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Numéricamente, esta confesión no tiene importancia,
pero sus seguidores, reunidos bajo el nombre de Parsis, ejercen gran
influencia en el pueblo indio. Uno de sus representantes más
famosos fue Feroze Gandhi, el fallecido esposo de Indira Gandhi,
a quien rechazaba Nehru, padre de la Primera Ministro, debido a sus
creencias religiosas. Los Parsis adoran al fuego y el sol como símbolo
de pureza, su dios es Ormuz y Zoroastro o Zaratustra el profeta.
Los Zoroastristas o Parsis no tienen hoy interés proselitista,
aunque a través del matrimonio se han incorporado nuevos adeptos.
Descienden de una antigua secta que gobernó Persia durante
siglos, hasta ser expulsados sus adeptor por los musulmanes, que
dominaron el país en el siglo VII. Se radicaron en la India
y prosperaron como armadores de barcos, comerciantes y banqueros.
La fidelidad a su fe está llevándolos a la extinción.
Se calcula que en todo el mundo existen unos 130 mil parsis, de ellos
100 mil están en la India. Y de éstos, 70 mil concentrados
en la región de Bombay. Hoy afrontan una grave crisis interna,
debido a la pugna entre los sacerdotes ortodoxos y los jóvenes
modernistas. Aquéllos insisten en la práctica funeraria
de los antepasados y para ello conservan en el Cerro Malabar, el
sector residencial más exclusivo de Bombay, una construcción
de piedra gris llamada la Torre del Silencio. Allí son llevados
los Parsis que mueren. Los cadáveres de niños, mujeres
y hombres se depositan sobre losas de piedra y quedan expuestos a
la voracidad de gigantescos buitres. Las aves de rapiña les
arrancan la carne y en corto plazo dejan sólo los huesos del
esqueleto. Entonces el sol los calcina y ,semipulverizados los restos,
se arrojan a un pozo habilitado en el fondo de la Torre. Desde allí,
impulsados por agua, llegan al mar. Los jóvenes Parsis encuentran
que esta ceremonia, que data de 8 mil años atrás, debe
desaparecer. Tal vez con ello desaparezca la religión misma.